Según fui creciendo, no tenía nada claro lo que quería “ser de mayor” , pero sí sabía que necesitaba dedicarme a algo que no fuera monótono y previsible, y que me permitiera desarrollar mis capacidades creativas.
Y empecé a practicar, casi sin darme cuenta, cuando me dedicaba a organizar las comidas, celebraciones o fiestas de cumpleaños de mi familia. Relacionarme con otras personas, anticiparme a lo que les gustaba y acertar me encantaba, y disfrutaba planificando pequeños momentos para sorprender.
El mundo de la empresa me gustaba, y terminé trasladándome a San Sebastián para estudiar Administración y Dirección de Empresas.
En esos años apareció el inglés en mi vida. Pese a que mis padres intentaron sin éxito motivarme para estudiar idiomas, no me gustaba y me parecía aburrido y monótono. Poco iba a imaginar en aquel entonces que el inglés sería después tan importante en mi futuro profesional